La muerte pese a ser un hecho natural y que a todos los seres humanos nos llegará no siempre es fácil de asumir. Por ello, hablar de lo que se hará para después de nuestros días resulta complicado. Sin embargo, tener cierta planificación puede sin duda resultar útil.
Con la muerte de una persona, siempre nacen derechos para terceros pues como sucesores adquieren el conjunto de derechos y obligaciones de quien ha fallecido. Este patrimonio es conocido jurídicamente como la herencia.
Los derechos sobre la herencia se adquieren o bien por la disposición de la Ley, que establece quien o quienes suceden al causante o persona fallecida, o también por la propia voluntad de quien ha otorgado un testamento. Si existe un testamento se habla de una sucesión testamentaria.
Para muchas personas, otorgar testamento les puede resultar difícil pues ello implica anticiparse a la muerte tomar decisión para después de sus días. Sin embargo, en muchas ocasiones el contar con un testamento puede evitar que se generen conflictos entre los herederos.
Por medio del testamento, se puede establecer la forma en que los bienes se repartirán e inclusive se pueden asignar tales bienes de manera concreta a cada uno de los herederos. Así mismo, en el testamento se puede establecer la forma en la que se pagarán las deudas e inclusive se puede designar a curadores o representantes para hijos menores de edad.
El contar con un testamento podría también, si se lo otorga de una manera muy específica, contener disposiciones testamentarias que permitan un menor carga impositiva para los herederos. Evidentemente, para este último caso se deberá contar con una adecuada asesoría legal.
En suma, el testamente es un instrumento muy interesante y útil para planificar la sucesión por causa de muerte. Para ello, se debe contar con un abogado que asesore adecuadamente.