Sin duda todos identificamos a “BIOS” con el chocolate, a “Güitig” con el agua mineral y a “Salinerito” con los quesos. Sin tales distintivos no serían más que productos anónimos y para los consumidores nada significarían. Más aún, hoy pedimos “un Bios” o “una Güitig” conociendo con exactitud el producto requerido.
La marca, si bien crece y se singulariza por su uso en el mercado así como el reconocimiento del consumidor, requiere también de una protección legal. En efecto tal protección se da inicialmente con el registro ante la SENADI. Sin embargo, el tener la protección del registro en la práctica no brinda una protección absoluta.
Una adecuada protección de la marca requiere de una permanente protección. Por una parte, a través de la vigilancia en el mercado para asegurar que no existan productos o servicios que puedan ser calificados como “piratas” y por otra al contar con profesionales que vigilen y protejan la marca en el registro.
La protección o vigilancia en el registro implica contar con profesionales con experiencia en propiedad intelectual que de manera constante se aseguren que no existan terceros que intenten registrar una marca idéntica o semejante a la registrada.
Esta vigilancia requiere que mes a mes, con la publicación de la Gaceta de la Propiedad Intelectual, se verifique que nadie ha solicitado una marca semejante o idéntica a la registrada. De existir tal solicitud, deberá en consecuencia presentarse una oposición al registro del signo semejante o idéntico y con ello evitar que se ponga en riesgo a la marca previamente existente.
En consecuencia, la marca únicamente está protegida en la realidad cuando cuenta con un profesional que la está vigilando de manera permanente.